Corre el año 1978. Miguel Artori es secuestrado y torturado en un calabozo clandestino. No tiene más de veintisiete tercos y orgullosos años. Una capucha le impide ver a su alrededor, pero no más allá del tiempo y del espacio. Entonces surgen los recuerdos, como un intento de conjurar el suplicio y, a su vez, de urdir una explicación. En ese territorio precario y alucinado, la historia de Miguel Artori será también la de un país desgarrado por una lucha desigual, donde muchos de los caídos llevaban, a la vista de pocos, su inocencia a cuestas. Alguien aquí conmigo narra la vida de quien más allá del desengaño reafirma, antes que una ideología, sus propios ideales. Y lo hace de atrás hacia adelante, en febril diálogo con aquella voz que algunos identifican con la experiencia, otros con la propia muerte. No ofrece moralejas ni renuncia al humor: el tránsito de la infancia a la adolescencia aparece revestido de anécdotas y personajes desopilantes, que van sembrando de oasis un presente cada vez más inexorable.

Víctor Heredia no escribió una novela más sobre los desaparecidos. Se metió bajo la piel de la víctima y rescató una historia para desgranarla con la urgencia de quien, atravesado por su época, asistió al ocaso de las utopías sin vulnerar el sentido poético de la existencia