El mundo narrado por Pedro Mir repite un hecho con 50 años de diferencia: las invasiones norteamericanas de 1916 y de 1965 a la República Dominicana. Los personajes se entrelazan, se reeencuentran, se repiten, porque es la misma historia que busca incesantemente su camino. Los personajes son simbólicos en cuanto todos se reconocen en un mismo pasado y apuntan a una esperanza semejante: Flor, que cuando le informan que terminarán con las tierras comuneras, lo cree tan absurdo que echa a reir hasta que muere; Silvestre, que nacerá al amor en el velorio de Flor y en cuyos brazos morirá Analicia, como un gesto de absoluta entrega; la Romanita, que morirá en el parto para que su hijo Bonifacio pueda recomenzar, libre, la historia en 1965.

Pedro Mir ha sabido ordenar diversos destinos para que se junten en la escritura y en la mirada del lector describiendo un fresco en forma de crónica. El se propone como el escriba de hechos que lo trascienden, lo que le permite meditar constantemente esos acontecimientos y, a la vez, su propia función de escriba. Se trata de una novela política que no cae en clisés, sin concesiones melodramáticas, pero, a su vez, sin blanduras ideológicas. Pedro Mir, nacido en San Pedro de Macorís en 1913, ha publicado poesía, ensayo y narrativa. Una selección de su obra poética apareció en 1972 en Siglo XXI con el título de Viaje a la muchedumbre.