Pierre Ivanoff vivió unos años entre los indios en las altiplanicies de Guatemala y de la península del Yucatán, y después entre los lacandones, últimos descendientes de los grandes mayas de la época clásica. Bajo la espesa vegetación de la selva de Petén, el autor descubrió una ciudad sepultada hace 10 siglos: las ruinas de los templos, las admirables esculturas que pudo exhumar, no sólo han venido a sumarse a las obras maestras ya conocidas del arte maya, sino. que, además, han revelado secretos hasta ahora nunca puestos al descubierto de la más asombrosa civilización del Nuevo Mundo. Ello le ha llevado a replantear por completo todos los problemas del calendario, de la iconografía y de la numeración de los mayas.