En francés

“El romanticismo”, declara Baudelaire, “es una gracia, celestial o infernal, a la que debemos estigmas eternos. » Estos estigmas se manifiestan en la obra de muchos de los escritores estudiados por Baudelaire a lo largo de sus veinte años de crítica activista. De hecho, hay críticas militantes y el elemento de controversia es grande. La crítica actual también, porque es en relación con sus contemporáneos donde se hace más evidente la mirada lúcida y profética del poeta. Su análisis, siempre penetrante y lleno de brío, logra captar la importancia perdurable de las obras de Wagner, Flaubert, Hugo y Gautier, entre otros artistas. Si el valor de un crítico reside en su talento, en su discernimiento, en una palabra, en su juicio, entonces Baudelaire como crítico no tiene igual en el siglo XIX.