Corre la segunda mitad del siglo XVIII. La Francia de Luis XV se encuentra en plena eclosión intelectual y en una época de gran esplendor: los políticos se destacan más por su ingenio que por su talento y la influencia de la mujer se hace sentir en todos los campos, desde el poder hasta las artes y las letras, con historiografos del rey de la talla de Voltaire. Una intriga palaciega ha convertido a María Leczinska, joven sin fortuna y con un pesebre por cuna, en reina de la monarquía más prestigiosa de su época. Hasta el momento, la mayoría de los historiadores la han tratado con cierto desdén. Jacques Levron restituye el lugar que corresponde a esta mujer fascinante, culta y perspicaz, al tiempo que hace que el lector se incline hacia su lado en los entretelones de Versalles. Aunque el Bienamado por muchas mujeres nunca permitió que se le faltara el respeto, María debió soportar su vida licenciosa y, sobre todo, sus amores públicos con la Pompadour.