El Evangelio es la historia de la vida y hechos de Jesucristo, referida por San Juan, San Lucas, San Marcos y San Mateo en sendos libros que componen el primer libro canónico del Nuevo Testamento. Divino código de moral universal, caben en él todos los cultos, como en un rayo de sol todos los colores. Allan Kardec, con su indiscutible autoridad en la materia, lo desmenuza lo analiza y explica concienzudamente desde el amplio punto de vista del Espiritismo. Y la obra que, por su forma mística y alegórica, resulta a veces abstrusa para los más, se convierte, a través de la presente glosa en un límpido, fresco y fecundo manantial de sabiduría sin perder por ello su primitiva sencillez, que constituye su mayor encanto y el sello celeste de su autenticidad. La ley evangélica enseñada por los mismos espíritus ya no será letra muerta; todos escucharán las voces del cielo y encontrarán el camino de la verdad al seguir, como llevados de la mano, los sabios preceptos que encierra. El Espiritismo, que se mantiene equidistante de todas las religiones, comulga con todas y está por encima de todas, tiene en esta joya de la literatura especializada el magnífico galardón de su esfuerzo; alas para el vuelo y meta para su fe, ya que, según palabras de Kardec, “no hay fe más inquebrantable que aquella que puede mirar frente a frente a la razón, en todas las edades de la humanidad”.